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La era humanoide no está llegando: ya está aquí

Líderes del pensamiento

La era humanoide no está llegando: ya está aquí

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A principios de este mes, en China, un robot humanoide llamado Shuang Shuang subió al escenario En una ceremonia de graduación de secundaria en Fujian para recibir un diploma, estrechando manos y deleitando tanto a estudiantes como a profesores. Momentos como este representan un cambio significativo, uno en el que los robots humanoides comienzan a entrar en la vida pública de forma muy visible.

Estos momentos marcan más que la curiosidad del público: señalan un cambio hacia la integración en el mundo real. Este artículo explora cómo los humanoides pasan del espectáculo a la funcionalidad, y por qué lo que parece ser una proeza solo de hardware se trata, de hecho, de la inteligencia integrada que permite a estas máquinas caminar, interactuar y aprender en entornos no diseñados para la automatización. También analizaremos cómo abordamos la comercialización mediante el despliegue temprano y las colaboraciones a largo plazo.

Cómo los humanoides llevan la IA al mundo real

La brecha entre el rendimiento virtual y la fiabilidad física sigue siendo uno de los retos más ignorados en la IA. Un chatbot puede generar párrafos de texto fluido sin necesidad de actuar sobre ellos, de la misma forma que un modelo de visión puede identificar un paso en una imagen sin tener que desplazarse físicamente ni correr el riesgo de caerse. Los humanoides no tienen ese lujo.

Para funcionar en el mundo real, la IA debe dejar atrás los conjuntos de datos estáticos y las condiciones controladas. Debe ver, decidir y actuar en entornos que cambian constantemente. Esto incluye suelos irregulares, objetos mal colocados, comportamiento humano impredecible y señales no verbales dependientes del contexto. El resultado es una confrontación diaria con el ruido, la ambigüedad y el potencial fracaso.

Aquí es donde el razonamiento corporizado —donde el lenguaje se basa en el espacio, el tiempo y las consecuencias— empieza a ser más importante que la predicción simbólica. Por ejemplo, si un humano dice "cuidado, está resbaladizo", el robot necesita conectar esa frase no solo con la definición de una palabra, sino también con la percepción espacial, los riesgos potenciales y los ajustes en tiempo real.

Al mismo tiempo, el aprendizaje multimodal se vuelve esencial, ya que ningún canal de entrada es lo suficientemente fiable como para funcionar por sí solo. Una cámara podría no detectar una superficie resbaladiza, pero los sensores de presión en el pie pueden detectar una pérdida repentina de tracción. O, en otra situación, el reconocimiento de voz podría fallar en un almacén ruidoso, pero las señales visuales o los gestos pueden compensar la deficiencia.

La generalización también se vuelve crucial. Un robot no puede depender de ver el mismo entorno dos veces. Necesita adaptar su comportamiento cuando el suelo está mojado, la iluminación cambia o la caja no está donde estaba ayer. Esto marca la diferencia entre una ejecución exitosa y un fracaso.

En Humanoid, por eso empezamos a realizar pruebas con socios comerciales desde el principio. Integramos nuestros robots en entornos reales para detectar rápidamente posibles fallos y garantizar un funcionamiento óptimo antes de su implementación. Un robot que funciona bien en una simulación o demostración no es lo mismo que uno que se gana la confianza bajo presión, ya que esa confianza se basa, en última instancia, en el aprendizaje en el mundo real.

Sabemos que los humanoides estarán disponibles comercialmente en los próximos dos años, pero no esperamos. Para nosotros, la comercialización comienza pronto. Significa construir alianzas a largo plazo en torno a casos de uso reales. A través de una serie de programas piloto, no solo capacitamos a nuestros socios sobre la tecnología, sino que también aprendemos con ellos. Este proceso de aprendizaje compartido también nos ayuda a refinar las estructuras de costos y la fiabilidad del rendimiento desde el primer día, garantizando el mejor costo total de propiedad (TCO) posible a medida que los sistemas escalan.

Por qué los humanoides son el banco de pruebas definitivo para la inteligencia general

El mundo que hemos creado en los últimos cien años está diseñado a escala humana. Manijas de puertas, montacargas, almacenes: todo asume ciertas dimensiones, rangos de movimiento y comportamientos sociales implícitos. Los humanoides deben adaptarse a esa realidad o corren el riesgo de ver su funcionalidad extremadamente limitada.

Para subir escaleras, cargar un objeto, interpretar un gesto de señalar o reconocer la vacilación en una voz, un robot debe comprender el contexto mucho más allá de la clasificación visual o la planificación de movimientos predefinidos. Debe inferir la intención, aprender una nueva tarea observando a un humano, adaptar esa habilidad a un diseño ligeramente diferente y mejorar su rendimiento con el tiempo. En la práctica, este sistema está ampliando eficazmente las capacidades de la IA en condiciones reales.

En Humanoid, aceleramos ese proceso mediante la teleoperación. En las primeras etapas del desarrollo, operadores humanos guían al robot en tareas clave. Estos datos prácticos se convierten en la base para entrenar nuevos comportamientos. Con el tiempo, estas demostraciones se incorporan a nuestros modelos integrales, lo que nos ayuda a construir una autonomía fiable.

De sistemas estrechos a inteligencia integrada

La mayoría de los sistemas de IA actuales destacan en tareas específicas. De forma aislada, cada uno de ellos funciona bien. Pero los humanoides no necesitan especialistas desconectados. Para integrarse con éxito, necesitamos sistemas capaces de razonar en distintas modalidades y escalas de tiempo.

Un humanoide podría recibir una instrucción relativamente vaga —"Ve y tráeme la caja amarilla del almacén del otro lado del pasillo"— y tener que decodificarla en una secuencia de subtareas: localizar al que habla, navegar por un pasillo, identificar la caja correcta, ajustar la fuerza de agarre, evitar colisiones y, por supuesto, regresar sano y salvo.

Cada parte de esa secuencia implica un subsistema diferente: visión, locomoción, lenguaje, manipulación y retroalimentación. Y la fiabilidad del conjunto depende de la eficacia con la que esas partes se comuniquen en condiciones cambiantes.

La arquitectura modular es una forma de afrontar este reto. Esto nos permite iterar en subsistemas de forma independiente, manteniendo la coordinación a nivel de todo el sistema. Además, nos permite escalar capacidades en múltiples entornos sin tener que reconstruir desde cero. Así es como pasamos de las demostraciones cerradas al rendimiento en un entorno abierto.

Lo que está en juego es enorme y global.

Es fácil presentar a los humanoides como futuristas. Pero cuando hablamos con nuestros clientes, la necesidad es inmediata. Numerosos almacenes, líneas de montaje y otros lugares de trabajo que antes estaban muy concurridos ahora tienen dificultades para mantener su personal.

Esta escasez de mano de obra es un problema demográfico. En Japón, Casi el 30% de la población tiene más de 65 añosEn Europa, los sectores clave, que tienen una combinación nómina de 1.7 billones de dólares - son luchando por reclutar trabajadores más jóvenesEstos no son el tipo de roles que la mayoría de la gente desea y, cada vez más, no son el tipo de roles que la gente está dispuesta a desempeñar.

Al ofrecer ayuda, no como reemplazos, los humanoides pueden asumir tareas físicamente exigentes, repetitivas o peligrosas (mover inventario, cargar palés, operar maquinaria) sin riesgo de fatiga ni lesiones. Esto permite a los trabajadores humanos concentrarse en aspectos más complejos, creativos o interpersonales del trabajo.

Además, esto crea resiliencia económica a largo plazo. Cuando la mano de obra es volátil o no está disponible, las máquinas inteligentes pueden ayudar a garantizar la continuidad, sin sacrificar la seguridad, la calidad ni la adaptabilidad.

Otro aspecto a destacar es el marco regulatorio. La mayoría de los equipos, especialmente en jurisdicciones con regulaciones poco rigurosas, tardan en considerarlo. Empezamos por ahí. Las leyes europeas de seguridad y protección de datos se encuentran entre las más estrictas del mundo, pero en lugar de tratarlas como obstáculos, las consideramos nuestra ventaja competitiva. A medida que otros mercados adopten regulaciones más estrictas, estaremos preparados para cumplirlas, mientras que otras empresas podrían tener dificultades.

Una nueva carrera de IA, pero no la que imaginas

Gran parte del debate actual sobre la IA se centra en la potencia de cálculo, los parámetros y los datos de entrenamiento. Pero el verdadero avance podría provenir de otra frontera: la integración en el mundo físico. Ahí es donde la inteligencia debe aprender a actuar, en lugar de simplemente predecir.

En este sentido, la carrera se centra en el sistema más capaz: uno que pueda operar en espacios públicos, con restricciones de seguridad y con la participación humana. Este sistema, además de aprender de los datos, también, y sobre todo, aprenderá de la realidad y trabajará junto a las personas sin interrumpir el flujo de trabajo.

Por eso no esperamos a la implementación para empezar. Desde el principio, trabajamos directamente con socios comerciales para integrarlos en entornos reales, garantizando así que el sistema mejore donde más importa: en la práctica.

Ese tipo de aprendizaje en el mundo real es precisamente donde los sistemas estrechos se quedan cortos. Si bien estos nos han llevado lejos, nunca fueron diseñados para este nivel de complejidad. Los humanoides requieren algo más: coordinación, robustez y, como se mencionó, la capacidad de aprender de lo inesperado.

Esa es la enorme oportunidad que tenemos ante nosotros. No se trata de automatizarlo todo, sino de construir máquinas que puedan comprender, navegar y colaborar con el mundo humano.

Artem Sokolov es el fundador de Humanoide, además de inversor y emprendedor global. Se hizo cargo con éxito de su empresa familiar y la hizo crecer hasta alcanzar una valoración de mil millones de dólares. Posteriormente, fundó Humanoid para construir robots humanoides seguros y fiables que liberan a los humanos del trabajo físicamente exigente. Hoy, lidera un equipo de más de 1 profesionales de algunas de las empresas tecnológicas más importantes del mundo, aportando una experiencia técnica de primer nivel para diseñar el futuro de la colaboración entre humanos y máquinas.